Publicado en Colegio, el viernes 29 de julio de 2022

Cada 29 de julio se conmemora un nuevo aniversario de La Noche de los Bastones Largos. Aquella noche de 1966 se produjo uno de los más violentos episodios que se recuerdan cuando se desalojó por la fuerza una de las facultades de la UBA, tras la disposición de intervenir las universidades nacionales. Los largos palos que utilizó la policía para castigar a las víctimas a este triste incidente.

 

Tras el derrocamiento de Arturo Illia, el 28 de junio de 1966, el presidente de facto, Juan Carlos Onganía, dispuso por decreto, el 29 de julio de ese mismo año, el fin del gobierno tripartito y la autonomía de universidades nacionales. El entonces rector de la UBA, Ing. Hilario Fernández Long se manifestó en contra de dichas medidas y renunció a su cargo.

 

En repudio a los hechos, varias facultades fueron tomadas por estudiantes y profesores. En la UBA, nueve decanos decidieron acompañar la dimisión del Rector Hilario Fernández Long y realizaron  sendas asambleas en oposición a la intervención, aunque la peor represión se llevó a cabo en la Facultad de Ciencias Exactas.

 

En la misma noche, la Guardia de Infantería de la Policía Federal irrumpió y desalojó con violencia el edificio de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, que por entonces funcionaba en la histórica Manzana de las Luces, ubicada en Perú 222. El decano Rolando García, símbolo de las políticas de desarrollo de entonces, acompañado por el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Exactas, se encontraba en el lugar, resistiendo a la intervención junto a estudiantes, profesores y graduados.

 

Corridos al patio de la facultad, estudiantes, autoridades y docentes fueron obligados a formar una doble fila donde fueron golpeados, e incluso, sometidos a simulacros de fusilamiento. El decano García, al intentar hacerse cargo como autoridad del lugar, recibió un duro golpe con un bastón, consecuencia que ha quedado inmortalizada en las fotografías de aquella noche.

 

Este hecho y los que se venían sucediendo generó una ola de renuncias en varias de las facultades. Más de 1300 docentes abandonaron sus cargos, dando comienzo a una significativa “fuga de cerebros” de nuestro país y marcando el final de la llamada “época dorada” de la Universidad, que durante aquellos años anteriores logró ser una importante fuente de pensamiento crítico, que funcionaba bajo régimen de co-gobierno y se sustentaba por el principio de autonomía universitaria.

 

Aquel 29 de julio de 1966, marcó el comienzo de la intervención a las universidades nacionales y de un período oscuro para la vida institucional de la UBA. 

Fuente: https://www.uba.ar/#/noticias/5268