Publicado en ColegioActos, el jueves 27 de junio de 2024

El pasado martes 25 de junio se llevó a cabo el acto en conmemoración del Día de la Bandera en nuestro colegio. El evento reunió a estudiantes, profesores, autoridades, padres y madres de alumnos en un ambiente de solemnidad y orgullo.

La ceremonia contó con el ingreso de los abanderados y escoltas del año anterior, quienes realizaron el traspaso de la bandera a los nuevos abanderados y escoltas, simbolizando la continuidad del compromiso y la responsabilidad hacia nuestros símbolos patrios.

Los nuevos abanderados y escoltas son:

  • Abanderada de la Bandera Nacional: Bianca De Carli (5° año, división 13).
  • Abanderada de la Bandera de la Universidad de Buenos Aires: Renata Zunino Wroblewski (5° año, división 14).

Primeros Escoltas de la Bandera Nacional:

  • Turno mañana: Simón Ernesto Pasman (5° año, división 4).
  • Turno tarde: Bianca Tessa Lisnovsky (5° año, división 7).
  • Turno vespertino: Sebastián André Saavedra Marín (4° año, división 14).

Segundos Escoltas de la Bandera Nacional:

  • Turno mañana: Ana Polack Martinez (4° año, división 1).
  • Turno tarde: Boris Hofman (5° año, división 11).
  • Turno vespertino: Vera Ojeda Martinez (5° año, división 14).

Primeros Escoltas de la Bandera de la Universidad de Buenos Aires:

  • Turno mañana: Olivia Stegmann (4° año, división 4).
  • Turno tarde: Alma del Milagro Ferreyra de Gennaro (4° año, división 11).
  • Turno vespertino: Clarisa Adriana Herebia Sanchez (5° año, división 14).

Segundos Escoltas de la Bandera de la Universidad de Buenos Aires:

  • Turno mañana: Matías Zlatkes (4° año, división 5) y Sofía Olivia Cho (4° año, división 2).
  • Turno tarde: Nina Vidal Schkodnik (4° año, división 9).
  • Turno vespertino: Bianca Sofía Giglio Otamendi (4° año, división 6).

El acto continuó con un inspirador discurso a cargo del profesor Harry Schurig, Director del Departamento de Ciencias Sociales del Colegio Nacional Buenos Aires. A continuación, se presenta su emotivo discurso:

 

Estimadas autoridades, profesores, padres, alumnos.

Estamos hoy reunidos en este histórico Colegio para homenajear al creador de nuestra Enseña Patria.

El Doctor Manuel Belgrano, falleció en Buenos Aires el 20 de junio de 1820.
En nuestro país solemos celebrar y honrar a nuestros próceres el día de su fallecimiento y no recordar su natalicio o el día que obtuvieron su mérito máximo, como una victoria decisiva o como en el caso, el día en que enarboló valientemente nuestra enseña azul y blanca, un 27 de febrero.
Será porque ese día, el del fallecimiento, queda cristalizada la totalidad de su obra maestra, de su aporte a la comunidad que lo vio nacer, a la patria que le dio vigor.
Celebramos el cierre de su ciclo de libertad y de esfuerzo para la institucionalización de nuestro país.
Así como la vida es un ciclo, donde el balance final viene posterior a su cierre, la vida está compuesta de ciclos más pequeños y de muchos balances parciales.
Ustedes alumnos están cerca de la finalización de uno de ellos, algunos en las puertas del cierre inminente de su ciclo escolar secundario, próximos universitarios y trabajadores aportantes a esta sociedad y al mundo, y quienes están aún en 4to año, o quienes se quedarán hasta 6to, con un plazo más para hacerlo.

Belgrano, con una personalidad multifacética, empuñó la espada y la pluma con la misma eficacia y decisión. Acción, praxis, pensamiento y reflexión. Contemplación y reacción, como forma de dirigir su vida. Como forma de llevar el pensamiento a la palabra y la palabra a la conducta y de este modo, con el pensamiento cambiar la realidad.

Estudió primeramente en el Real Colegio de San Carlos, antecedente de nuestro actual Colegio Nacional de Buenos Aires. Entre 1786 y 1793 estudió Derecho en las Universidades españolas de Salamanca y Valladolid, donde se graduó de Bachiller en Leyes, con medalla de oro, a los 18 años, dedicando especial atención a la Economía Política. Por ello fue el primer presidente de la Academia de Práctica Forense y Economía Política en Salamanca.

Conmemoramos hoy la creación de la bandera, como nos enseñaron y cantamos, del azul del cielo.
El 27 de febrero de 1812 Manuel Belgrano le escribió al Triunvirato “Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola la mandé a hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional”.
Hay dos versiones sobre sobre el origen de estos colores.
Durante la primera invasión inglesa, en 1806, Don Juan Martín de Pueyrredón juntó una tropa de soldados y 300 gauchos voluntarios en Luján, dándoles como estandarte el de la “Purísima Concepción”, de colores celeste y blanco y a cada uno, un par de cintas, una celeste como el manto de la Virgen de Luján y la otra blanca como su vestido. Con ellas combatieron y se hicieron conocer. Ese sería el antecedente de la escarapela nacional que luego usó la Sociedad Patriótica y finalmente adoptó el Triunvirato.
Otra versión, sostiene que los colores fueron copiados de la banda cruzada que exhibían los reyes borbones. Tal como en su momento podríamos ver a sus majestades el Rey Juan Carlos de España y Doña Sofía de la casa de Grecia y actualmente al Rey Felipe VI y a la Reina, Doña Leticia Ortiz en los actos protocolares.
En realidad, el color de los Borbones es el blanco. La banda celeste y blanca es de la Real Orden de Carlos III, quien los tomó oficialmente de los colores de la túnica y del manto de la Virgen de la Inmaculada Concepción, Patrona de España.
Cabe destacar que Belgrano, cuando recibió su título de Leyes en Valladolid en 1793, hizo juramento de defender el dogma de la Inmaculada Concepción y pertenecía a la Congregación Mariana, cuyo distintivo era una cinta celeste y blanca.
A su regreso de España, fundó el Real Consulado de Buenos Aires, colocando al frente, un escudo con estos colores, declarando expresamente que lo hacía en homenaje religioso.
Su hermano Carlos, Militar y presidente del Cabildo, dijo que Belgrano tomó los colores de la bandera del manto de la Inmaculada, de quien era ferviente devoto.

Sobre los colores de las banderas en Latinoamérica hay dos grandes grupos. Por un lado, las que combinan el rojo, amarillo y azul, tales como las de Venezuela, Ecuador y Colombia y por otro, las que usan el celeste y blanco, tales como Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Veamos un poco respecto a ese origen.
Frente a la reinstauración del Virreinato en 1815 de lo que hoy sería Colombia, Ecuador, Panamá y la Guyana, el Virreinato del Río de la Plata pasó a ser el horizonte de los independentistas.
Y no sólo para los locales, sino también para extranjeros que adherían a sus ideas, como las de Guillermo Brown e Hipólito Bouchard. Este último, un francés que en 1817 obtuvo la patente de corsario argentino, a bordo del buque La Argentina comenzó a atacar navíos españoles que traficaban esclavos, conocidos como barcos negreros.
Muchos afirman que en 1818, el Rey Kamehameha I de Haway fue la primera autoridad extranjera en reconocer al Argentino como un gobierno independiente.
Por Bouchard, el pabellón argentino flameó 6 días en Monterrey, California, actual territorio estadounidense.
Bouchard llevó a las costas centroamericanas a una oleada de corsarios argentinos, que hicieron que la bandera argentina sea izada en Guatemala, y por eso cuando en 1824 se proclamó la República Federal de Centroamérica, que comprendía a Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, se consideró a los colores de la bandera argentina para su pabellón nacional.
Cuatro de estos cinco países decidieron luego mantener esos colores en su símbolo nacional. Costa Rica le agregó una banda roja central.

Otra postal de la vida de Belgrano es el Éxodo Jujeño.
El 26 de marzo de 1812 Belgrano se hizo cargo del Ejército de Norte, formado por un grupo de hombres desarrapados, desarmados y mal comidos. De los 1500 soldados sobrevivientes, 500 estaban enfermos o heridos. Había 600 fusiles y 25 balas en cada uno.
Le escribió al Secretario del Primer Triunvirato y le preguntó si se puede hacer una guerra sin gente, sin armas y sin pólvora. Pero ni el gobierno ni Rivadavia se conmovieron.
Frente a ello, reorganizó esa tropa, recompuso la disciplina y con la ayuda de la población se hizo de lo indispensable.
Ante al avance español por el norte, Belgrano emitió un bando general. Se disponía la retirada total. Sabía que las tropas llegarían a Jujuy muertas de hambre y sed, con la ilusión de abastecerse allí.
Considerando la evidente superioridad militar del enemigo, decidió movilizar a pueblos enteros, que debían recoger todo lo que pudiera ser transportado y que, tras de sí, quemasen todo. Para eliminar dudas, se dijo que no habría excepción. O quemaban todo o los fusilaba.
Es el año 1812. 23 de agosto. Pleno invierno. A las 5 de la tarde salieron caminando hombres y mujeres, niños y ancianos.
Antes de partir, Belgrano hizo bendecir a la Bandera que había creado algún tiempo atrás a las orillas del río Paraná y la enarboló por primera vez.
Al llegar los españoles, sólo encontraron tierra quemada.
En cinco días llegó la población a Tucumán, a mis pagos, Provincia en donde yo nací, y el pueblo le solicitó que se quede para luchar contra los realistas. Las autoridades lo obligaron a retirarse y Belgrano, desobedeció.
El 24 de septiembre de 1812, con el invalorable apoyo del pueblo de Tucumán y bajo el amparo de la Virgen de la Merced a quien luego hará Generala del Ejército Argentino, obtiene una gloriosa victoria y con esa fuerza persiguió a los realistas hasta Salta, donde los vence nuevamente el 20 de febrero de 1813.
Como premio por los triunfos de Tucumán y Salta, la Asamblea del Año XIII le otorgó 40.000 pesos oro, que Belgrano destinó a la construcción de 4 escuelas públicas ubicadas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero.
La escuela de Tucumán se comenzó a construir casi 200 años después.
Belgrano también redactó un moderno reglamento para las escuelas que, entre otras disposiciones importantes, dice en su artículo 1ero, que el maestro de escuela debe ser bien remunerado, por ser su tarea de la más importante de las que se puedan ejercer.
200 años después tenemos realidades difíciles, desde lo económico y desde nuestras perspectivas próximas y lejanas, mejores tal vez, si las comparamos con otros tiempos oscuros de libertad de acción y de cátedra, pero como siempre difíciles de sobrellevar.
Es curioso que siempre se coincida en que es necesario dotar de buenos sueldos a los docentes y maestros para que éstos puedan desempeñar con más énfasis y eficacia su tarea forjadora de nuevas generaciones, pero a la vez, la historia nacional y casi mundial nos muestra una realidad distinta.

La educación estuvo presente siempre en la mira de Belgrano sobre todo en su vinculación entre la actividad agrícola - industrial y su capacitación. Propuso la creación de una Escuela de Comercio, una Escuela de Náutica, la Academia de Geometría y Dibujo, las Escuelas Agrícolas, la Escuela de Hilanza de Lana y de Algodón, entre otras.
Argentina aún se debate en el perfil que corresponde dar a la enseñanza, si mantenemos el modelo academicista que se critica, porque no inserta al alumno en la sociedad; si elegimos el modelo de capacitación para la producción que se cuestiona porque se encasilla a la escuela como proveedora de mano de obra capacitada para las empresas; si se elige una escuela más abierta y permisiva, se observa que los alumnos egresan sin contenidos básicos. Aún no estamos de acuerdo y mientras tanto, numerosos egresados son casi analfabetos titulados.
El problema de la mala lecto-comprensión lo padecemos los docentes, incluso a nivel universitario al observar a nuestros alumnos, en las materias previas a su egreso como profesionales.

Pero bueno, finalicemos estas glosas.
El 25 de mayo de 1820 Manuel Belgrano dictó su testamento. Morir intestado era una deshonra. Nombró heredero a su hermano Domingo. Lo designó patrono de las escuelas para cuya construcción había dejado los 40.000 pesos oro y le pidió que se encargara de la crianza de su hija Manuela Mónica, para quien le dejó un terreno en Tucumán.
Tenia 50 años. En las noches de fiebre que lo asolaron vinieron a su memoria seguramente los días en la Universidad de Salamanca, sus debates interminables en el Consulado, sus batallas, sus escritos, sus desobediencias a la autoridad, sus amores. Los traidores, los ingratos, los personajes que él había definido como “los partidarios de sí mismos”.
A las 7 de la mañana del 20 de junio de 1820, el día conocido como el “de los tres gobernadores”, moría don Manuel Belgrano en una caótica Buenos Aires.
Sus últimas palabras fueron “Yo espero que los buenos ciudadanos de esta tierra trabajen para remediar sus desgracias. Ay patria Mía”.

Llegados a este punto y para finalizar, la ocasión nos merece una reflexión profunda como integrantes de esta comunidad educativa, tan cercana a un prócer que torció para bien, el rumbo de nuestro país.
Nos obliga a indagar en la intimidad y profundidad de nuestro pensamiento, si a pesar de la falta de recursos o de apoyo, podemos hacer igualmente nuestro Éxodo Jujeño para tener éxito en nuestras empresas cotidianas;
si teniendo la posibilidad de ser alumnos del mismo Colegio al que Belgrano asistió, no estamos llamados a ser gloriosos próceres del conocimiento del país y del mundo, defensores de las libertades que las grandes masas de oprimidos que hoy existen, de los anónimos, de los vulnerables, de los descartables, de los que no tienen nada, en una época de bondad y maldad sin fronteras y de realidades cibernéticas.
Si siendo profesores y autoridades de este Colegio, forjadores de caracteres, de amores, de odios, de intelectos, de espíritus, de rechazos y de preferencias, no debemos tomar más conciencia de la trascendencia de nuestra misión, elegida y devenida, pero al fin y al cabo en nuestras manos, responsables directos de futuras realizades que concretizarán nuestros alumnos.
Pensemos con gloria, para obrar con realidad.
Tal como reza la insignia de la Universidad Nacional de Tucumán, “pedes in terra ad sidera visus”. Con los pies en la tierra y la mirada en el cielo.
Muchas gracias.

 

Además, contamos con la presencia destacada del Lic. Manuel Belgrano, presidente del Instituto Belgraniano y chozno del prócer, quien honró el evento con su participación y sus palabras de aliento.

La ceremonia fue un momento de reflexión y celebración de nuestra identidad nacional, recordando el legado del General Manuel Belgrano y la importancia de mantener vivo su espíritu a través de nuestras acciones cotidianas. En un ambiente de respeto por nuestra historia, nuestra comunidad renovó su compromiso con la patria y con los ideales de libertad, igualdad y justicia.